La Victoria fue obra de juventud heroica

Hoy se conmemoran 202 años de aquella batalla en la que el prócer José Félix Ribas triunfó sobre la Legión Infernal de Boves

Ya son 202 años de La Victoria y aún resuenan los fusiles de aquel ejército de muchachos que triunfaron sobre la Legión Infernal de José Tomás Boves. Son 202 años de un hito irisado de la gloria nacional que demuestra la fuerza de una juventud que es creadora y capaz de descollar cuando los clarines de la Patria llaman. Son 202 años de una muestra de valentía y maestría militar de un prócer cuyo nombre es plétora de fuego: José Félix Ribas.

TIEMPOS DIFÍCILES

1814 fue un año oscuro para Venezuela. Fue el tiempo en el que más se recrudecieron los desquicios de la llamada Guerra a Muerte. Protervos personajes campearon por nuestro territorio dejando atrocidades a su paso. José Tomás Boves y Francisco Tomás Morales, ambos al servicio realista, fueron dos de esos heraldos negros de la desgracia. Bien lo narró el cronista Arístides Rojas en sus Leyendas históricas venezolanas:

“La muerte, es decir, la desaparición de los seres, no es lo que constituye lo horrible de este drama de sangre y de exterminio en la historia de Venezuela. Comprendemos la muerte por asfixia en las prisiones, a causa de la falta del aire vital en estrecho recinto; comprendemos la horca, el banquillo, el garrote vil, la guillotina y aún los castigos de los pueblos bárbaros, porque todos ellos están apoyados por legislaciones especiales, hábitos y costumbres de cada nación. Pero no comprendemos en la guerra, la tortura, la mutilación, los atroces sacrificios dictados por el odio, la envidia, la venganza, en una palabra el crimen con todos sus horrores y con todas sus voluptuosidades”. Lo que pasma y detiene la pluma del historiador al narrar tan monstruosos hechos es la variante de la maldad llevada al refinamiento y acompañada de la burla, del escarnio, de la orgía”.

La Legión Infernal era un obús, un advenimiento de odio sobre Caracas, con la intención de acabar la Segunda República. El Jaguar de las Pampas, como llamaban a Boves, junto a su segundo al mando, Morales, pusieron en jaque al proyecto de independencia encabezado por el Libertador Simón Bolívar.

“Suelta la rienda, hambrientos de botín y venganza, impetuosos como una ráfaga de tempestad, ocho mil llaneros comandados por Boves hacen temblar la tierra bajo los cascos de sus caballos que galopan veloces hacia el centro del territorio defendido por el Libertador”, escribió Eduardo Blanco, según el libro Batalla de La Victoria.

Por este avance raudo, que parecía inexorable, en febrero, Bolívar ordenó al teniente coronel Vicente Campo Elías hacer frente al avance de Boves. Su misión era interceptarlo con más de dos mil jinetes en La Puerta, actual estado Guárico, para bloquear su acceso a los valles de Aragua. No obstante, la empresa fue desastrosa. El 3 de febrero, las tropas del oficial patriota cayeron ante el filo de los machetes de los realistas.

Aquel revés debilitó aún más la Segunda República porque las tropas de Campo Elías eran parte importante del Ejército patriota y la pérdida de la posición en La Puerta dejó el flanco abierto.

Tras su victoria, la Legión Infernal se dividió en dos columnas para avanzar hacia Caracas y acabar con Bolívar: una iría por los Valles del Tuy, dirigida por Francisco Rosete, y la otra por La Victoria, encabezada por Francisco Tomás Morales. En cuanto a Boves, este decidió quedarse en Villa de Cura con un destacamento de reserva.

LA AGITACIÓN DE RIBAS

Ante aquel sombrío panorama, con una exánime República, Bolívar ordena a Ribas que se movilice en Caracas para reclutar hombres que defendieran la Patria. La historia cuenta que así llegó al seminario Santa Rosa y a la universidad de la ciudad, lugares en los que arengó a los estudiantes a participar en el conflicto armado contra Boves.

Aunque no se conoce a ciencia cierta si los jóvenes accedieron voluntariamente o lo hicieron por la obligación de alistamiento que existía en la época, cerca de 700 adolescentes y jóvenes acompañaron al oficial en su marcha hacia los valles aragüeños.

El 10 de febrero llegó Ribas a La Victoria. Desde ese día comenzó a preparar el lugar para la defensa. En total, el oficial patriota sumó para la batalla cerca de mil 500 personas. Algunos se le unieron en el camino desde Caracas y otros se sumaron en la misma localidad.

RESISTENCIA GLORIOSA

Cerca de las 8:00 am del 12 de febrero empezaron los balazos. Una de las columnas del Ejército realista, encabezado por Morales, abrió fuego contra los patriotas. Los realistas sitiaron el pueblo: tomaron posiciones clave en los puntos cardinales bajo el mandato de este buitre, de esta sátrapa de la historia, para decirlo con Arístides Rojas, de este “vengativo, rencoroso, arbitrario y ensimismado”, para el cual no habían códigos “si se trataba de satisfacer una venganza, de conseguir algo que llenara la copa de sus deseos”.

Ante esto los republicanos se atrincheraron. Guiados por Ribas convirtieron la Plaza Mayor en una verdadera fortaleza. A plomo limpio mantuvieron a raya a la Legión Infernal. “Nueve veces cargó la caballería enemiga y otras tantas fue rechazada con energía (…) Morales, enceguecido por su ignorancia táctica y por su sed de sangre, no podía darse cuenta de esta circunstancia”, escribió el historiador Héctor Bencomo Barrios en el libro El general en jefe José Félix Ribas.

En ese vaivén, el combate se prolongó por ocho horas y media, en las que las valientes e inexpertas tropas de Ribas aguantaron el asedio de Morales. En el fragor de la batalla aún resuena la proclama del general: “En esta jornada que ha de ser memorable, ni aún podemos optar entre vencer o morir: necesario es vencer”.

LA ALBORADA

Después de muchas pérdidas en ambos bandos apareció una luz en el horizonte, por el camino de San Mateo. “Aquel auxiliar inesperado es Campo Elías, el héroe de (la batalla) Mosquiteros, el vencido en La Puerta; pero a pesar de este fracaso, una de las espadas de mejor temple en el torneo sangriento que se llamó la Guerra a Muerte”, escribió Blanco.

La unión de las tropas de Campo Elías a las fuerzas sitiadas en La Victoria permitió a los republicanos lanzar un contraataque que los soldados de Morales no pudieron resistir. En desorden, los realistas se vieron en la obligación de huir perseguidos por los patriotas.

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Prócer apasionado

José Félix Ribas fue un luchador radical y un apasionado defensor de la libertad. Un ejemplo de esto fue cuando, junto a Simón Bolívar, apoyó la Independencia de Venezuela participando en la Revolución de 1810.

El 25 de abril de ese año integró la Junta Suprema en representación de los pardos. Este era el grupo social más numeroso de la colonia, la mayoría eran morenos libres, pero excluidos del sistema dominante.

Con este cargo se evidencia que era uno de los personajes más imbuido en el pensamiento liberal de su época. “Esto precisamente le ocasionó algunos problemas porque Ribas admitía que ‘la Independencia tenía que ser de modo radical y una Independencia absoluta,y que había que cortar con los lazos de la monarquía de manera definitiva y rápida”, destacó el historiador Félix Ojeda en una publicación de este diario titulada José Félix Ribas luchó hasta vencer.

Una de las características de Ribas era que usaba el gorro frigio, un símbolo de los jacobinos franceses, quienes eran partidarios de la revolución en ese país. Esto generaba el irritación de muchos españoles, incluso de aquellos que no tomaban parte directa de la guerra, por lo que el 31 de enero de 1815 fue ejecutado y su cuerpo desmembrado con odio evidente.

LUIS RIVERO DONALLE/CIUDAD CCS


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