Roger Capella Mateo, dirigente de la Conamev

roger Capella

Por: Federico Ruiz Tirado

Desde Mathaussen y Dachau, los campos de concentración alemanes donde fue confinado su padre José Capella, militante del trotskismo en Catalunya, éste viaja a Francia a encontrarse con su esposa Natividad –activista del anarquismo español durante la guerra– y allí, en París, nace Roger, un 24 de diciembre del año 1946.

En tránsito hacia Venezuela, sus padres deciden no hablarles jamás a sus futuros hijos de los sufrimientos que padecieron ni del atroz curso del fascismo europeo, sus prácticas abominables y exterminadoras del ser humano. Al llegar a Venezuela escogen como residencia Nirgua, una población yaracuyana acobijada por una extensa franja arbórea, surcada por corrientes de agua dulce, cuyo clima les ayudó a sobrellevar su permanencia en el trópico y a sedimentar los recuerdos de la guerra civil, sus truculencias y las heridas dejadas por el horror del fascismo que ambos vivieron en carne propia.

Su padre, médico de profesión y cardiólogo por voluntad, estimuló de algún modo a dos de sus hijos para que escogieran la misma profesión, y así Roger Capella Mateo comenzó a estudiar medicina en la Universidad de Carabobo, al tiempo que se alistó en las filas del Partido Comunista y militó en la Juventud hasta el momento de su división.

De su pasantía por «la rural» en poblaciones del estado Carabobo, como si guardara un secreto de su otro «yo», conservo un conjunto de relatos que a lo largo de muchos años de añeja y afectiva amistad y camaradería, aún permanecen en la retaguardia editorial, pero que son las otras arterias que ha explorado Roger: las de un narrador forjado desde la experiencia personal, vivencial, conversacional, que le han permitido extraviarse con la escritura y la oralidad, entre la ficción y su profesión de médico angiólogo, en un mundo de seres de carne y hueso que pueblan también su vida, otorgándole a su imaginario un sitial un tanto fantástico en la espesura del mundo real, de la temporalidad de Canoabo, Nirgua y otros lugares.

Angiólogo, viajero, gastrónomo, agricultor, singular expositor de sus ideas y de las de Hugo Chávez, Alfredo Maneiro, acucioso conocedor a fondo de todas las formaciones políticas generadas en el campo de la izquierda –y también de la derecha– en América Latina, Europa y otras latitudes. Acompañante dentro del MAS de la candidatura de José Vicente Rangel hasta el momento, en 1978, de su incorporación a la Causa R fundada por Alfredo, Roger Capella, junto a Alí Rodríguez, mi hermano Wladimir, y otros compañeros, estuvo al lado de Hugo Chávez en el período más difícil de la conspiración que en 1992 hizo posible el levantamiento militar del 4-F. Fue senador, ministro de salud y embajador de Venezuela en Argentina.

Hoy se asoma a la ventana virtual de Misión Verdad, no como articulista sino como dialogante y miembro fundador en 2002 de la Comisión Nacional de Médicos de Venezuela (Conaven), junto a Felipe Guzmán, José León, Luis Salazar, Iris Mota, Vicente Pontillo, Gilberto Sanoja, Graciela Angarita, Hilario Padrino, Bartolo Paredes, entre otros.

Capella habla del Sistema Público de Salud, de su carácter popular. Levanta un expediente a la medicina privada y neoliberal y argumenta su desacuerdo al concepto de Seguridad Social enarbolado a veces con el estatus de ministerio. Sobre esos y otros tópicos se refiere en esta conversación iniciada en La Habana, cuyos basamentos más resaltantes están recogidos en un documento que será presentado al presidente de la República Nicolás Maduro.

¿Qué ha pasado con la Conaven? ¿Se extinguió o continúa en su Campaña Admirable contra los factores que han obstaculizado una política de salud acorde con el proceso revolucionario iniciado por Hugo Chávez y hoy liderado por el presidente Maduro?

Este 18 de mayo cumplió 13 años de fundada Conamev: un colectivo de médicas y médicos por Venezuela. Surgida inmediatamente después del golpe de Estado del 2002. De manera curiosamente simultánea surgieron otros grupos de profesionales de la salud en todos los estados y comenzamos a convocarlos para desarrollar un movimiento que ofreciera un apoyo irrestricto e incondicional al presidente Chávez. Hicimos un acto el 3 de agosto del 2002 en la Sala Plenaria de Parque Central con más de mil 500 profesionales y en presencia de Hugo Chávez. Allí manifestamos nuestra posición.

¿Pero salieron de Parque Central? Es muy frecuente, por muchas razones o causas, que este tipo de iniciativas se queden en un estado embrionario, por eso te lo pregunto.

Desde luego, y pese a muchas vicisitudes ese no es nuestro caso. Asumimos la tarea de recorrer el país y el movimiento se consolidó. Creamos instancias en casi todos los estados. Un año después, el presidente Chávez nos llamó a dirigir el Ministerio de Salud. Allí estuve 15 meses, apoyado por un significativo equipo de camaradas de Conamev. Esta gestión coincide con el nacimiento de Barrio Adentro (primer nivel de atención primaria en salud), que surge por iniciativa de Chávez y Fidel. En un año llegaron de Cuba más de 10 mil médicos y médicas, y los Comités locales de salud hicieron el resto. Por primera vez en la historia del planeta se desarrolla un sistema de salud no por la oferta e imposición del Estado, sino por la demanda de la sociedad.

«Barrio Adentro cumplió un papel integral dentro de la transformación de la sociedad venezolana»

¿Qué destacas tú de esa experiencia inicial con Barrio Adentro en el contexto de la revolución y su relación con otras Misiones? ¿Hubo articulación? ¿Cómo viste el comportamiento de las élites privadas, de los sindicatos o gremios?

Fue una experiencia única, pues los médicos y médicas estaban acompañados de un comité local de salud de la comunidad que se relacionaba con otras Misiones, ciertamente. Misiones educativas, como la Robinson I y II, Ribas y Sucre; con las de seguridad alimentaria, Mercal. Más de 200 Mercales estuvieron integrando esa red integral de acompañamiento. También con la Misión Vuelvan Caras, que buscaba incluir al contingente de desempleados existentes en ese momento, ligarlos a un proceso productivo a través del microcrédito con el Banco de la Mujer para avanzar en la creación de cooperativas.

Barrio Adentro, entonces, tuvo una finalidad mucho más integradora, ¿y los gremios? ¿Cuál fue la reacción de los sindicatos y de la Federación?

En efecto, Barrio Adentro no fue concebido como una Misión donde un médico va a tratar una diarrea o una gripe, sino que cumplió un papel integral dentro de la transformación de la sociedad. Esto lo hemos logrado en Venezuela, yo diría que casi clandestinamente. Es insuficientemente conocido. Recuerdo, por otra parte, que la Federación Médica y otros gremios conocidos, mantenían hacía más de un año un «paro». Pero los derrotamos con políticas. Por ejemplo, se logró un control de un brote severo de la fiebre amarilla desde la gestión que presidimos. Logramos, también, librar una guerra sin cuartel contra la corrupción enquistada en el ministerio. Un hecho que ha marcado un hito hoy por hoy fue el inicio de la formación de los médicos integrales y también de los médicos y odontólogos comunitarios.

Estos médicos han sido duramente atacados y estigmatizados por la derecha y la medicina privada a través de los medios comerciales de comunicación, ¿verdad?

Claro, fue un duro golpe para el carácter mercantilista del ejercicio médico. Lo mismo ocurrió con Barrio Adentro.

¿Este principio de arranque se detuvo? ¿Ya no existe?

No, ya no existe, todo lo que logramos quedó sepultado en el pasado. Fíjate que durante esa gestión logramos algo que parecía insólito pero siempre fue una preocupación que nos trasmitió el presidente Chávez, como fue cancelar las deudas contractuales prescritas desde 1973 hasta el 2004 y otras reivindicaciones como la creación del comedor para los trabajadores de la dirección central del ministerio. Se trataba de la deuda social. Igualmente se decreta el ascenso en escala de las enfermeras y enfermeros auxiliares a técnicos superiores y licenciados. El presidente Hugo Chávez estimuló todos estos logros. Recuerdo uno fundamental que lo apasionó, como fue la construcción de más de 2 mil módulos de consultorios populares y más de 300 boticas en las barriadas del país.

¿Cuándo sales del ministerio y por qué?

La razón del cambio la desconozco, pero fue muy satisfactorio estar allí durante un poco más de un año. Recuerdo que fuimos los precursores de la «Carta Social de las Américas», hoy aprobada por la OEA, que entre otras cosas señala en su Capítulo II sobre el Derecho a la Salud un principio ético que seguimos compartiendo: la salud es patrimonio de los pueblos. Los Estados se comprometen a dispensar a sus ciudadanos atención primaria en salud integral de educación para fomentar su promoción, la prevención de las enfermedades, la rehabilitación necesaria y la participación comunitaria en los programas y servicios destinados al control de los agentes biológicos y sociales que ocasionan riesgos a la salud.

¿Y qué hicieron después con la Conamev?

Nos dispersamos. Debo reconocer, a modo de autocrítica, que se produjo una diáspora y no supimos contenerla.

¿Y cómo ves el ministerio ahora?

Ha sido una historia que ha transitado por arenas movedizas. Diez ministros han recibido esa responsabilidad desde entonces hasta hoy. Hubiésemos querido felicitar a los presidentes Chávez y Maduro por la dimisión de dichos ministros. No quisiéramos que nos ocurriera lo mismo con el ministro Henry Ventura.

«Barrio Adentro fue subsumido por la costumbre dominante de trabajar en la enfermedad»

Roger, ¿por qué, a simple vista, y sobre todo en momentos como el actual, de guerra asimétrica y bombardeo mediático contra el pueblo, se ve al Ministerio de Salud contra las cuerdas en el ring, con poca capacidad de respuesta frente al acaparamiento de medicamentos o la precariedad de los servicios? Y Barrio Adentro, ¿cuál es su situación?

Creo que el problema, para no particularizar, se debe a que durante 16 años de revolución éstos no han sido suficientes para que el Sistema Nacional de Salud se haya enrumbado, mucho menos ser una realidad.

¿Cuáles son sus causas?

Es bueno puntualizar lo siguiente, de entrada. Después de Barrio Adentro parece haberse agotado la inventiva revolucionaria para darle un revolcón al sistema de salud venezolano. El sector privado con un baremo revolucionario en la materia, hace de las suyas. Para colmo, Barrio Adentro fue subsumido por la costumbre dominante de trabajar en la enfermedad. Imposible ha resultado la implementación de un nuevo modelo de gestión que combata el asistencialismo, el medicalismo y el hospitalismo del sector.

¿Quiere decir que Barrio Adentro ha sido desnaturalizado en su misión original?

En cierto modo la atomización (Mpps, Ivss, Ipasme, Sanidad Militar, servicios de «salud» de gobernaciones, alcaldías, ministerios, institutos autónomos) se profundizó con la incomprensible fragmentación de Barrio Adentro, en cuatro niveles mal entendidos y discriminatorios. Lo cual hace que la medicina privada actúe a sus anchas y motorice con más fuerza la guerra económica contra el pueblo que sufre esos embates en materia de servicios, amén de los farmacéuticos, de sus élites conspiradoras…

Ciertamente es así. La feroz vorágine de la burguesía médica, los colegios médicos y la Federación manipulan con la mediática de factura transnacional, galopan en el corcel de la desestabilización, financiados con los dineros del pueblo, por ejemplo, con los certificados médicos para conducir.

¿Y hoy día el Gobierno no ha comprendido esta situación?

Sí. Creo que sí, pero aún no ha dado pasos certeros. Reconocemos, claro está, los grandes esfuerzos e inversión del Gobierno revolucionario en los sectores sociales y en especial en salud. Pero no podemos dejar pasar por alto en esta reflexión que esa inmensa masa dineraria ha engordado el negocio de la enfermedad (clínicas privadas, fondos administrativos de salud y empresas de seguros). Hemos contribuido inexorablemente en la privatización, más que nunca, de la salud. Y eso hay que detenerlo.

De acuerdo a ese cuadro que describes, habría que re-otorgarle a Barrio Adentro su rol original, tal vez como un paso dirigido a la creación definitiva de un sistema nacional de salud. ¿Qué opinas?

El rescate de Barrio Adentro como eje articulador de las políticas sociales del gobierno revolucionario no debe esperar y sigue más vigente que nunca. La incorporación plena de los profesionales en Medicina General Integral y los Médicos Integral Comunitarios a los consultorios populares es determinante para el Sistema Público Nacional de Salud. La trascendental decisión de la rectoría única del ministerio es impostergable. Es imperiosa la necesidad de adoptar un nuevo modelo de gestión que transversalice lo económico, social y político del naciente Sistema Público Nacional de Salud. Es preocupante que continúe fragmentado en todos los sentidos, más que hace 16 años atrás. Es preocupante, repito, que no tengamos una clara y firme política de salud de la Revolución Bolivariana y chavista, ni una ley que sustente esta política.

«Hay que detener la privatización de la salud»

¿Cuál es el concepto de salud que debe privar para ahondar en la creación de un Sistema Único?

La Organización Mundial de la Salud (OMS) entiende la salud como «el completo estado de bienestar físico, mental y social y no sólo la ausencia de enfermedad», sino también lo que, en la práctica, en nuestros países se sigue asumiendo como salud, que se limita a la concepción individual, curativa, hospitalaria, reducida a la atención médica reparatoria y si acaso a la prevención o a la rehabilitación.

La ruptura epistemológica que se ha producido en los últimos 30 años, entiende la salud, y así lo asumimos, como calidad de vida, como salud colectiva, como el Buen Vivir, el vivir bien, a plenitud. Es abarcante: ambiente, trabajo, recreación, cultura, hábitat, entre otros. No entendemos la salud como una mercancía sino como un derecho social y en consecuencia como responsabilidad del Estado. Es plantear la determinación social de la salud, antagónica a la concepción neoliberal, según la cual la salud es un bien individual: es decir, cada quien tiene la salud que puede pagar. La salud es una categoría biológica y social, una unidad dialéctica con la enfermedad que se expresa en valores mensurables de normalidad física, psicológica y social, para citar a Hugo Villar en su libro Política de Estado.

Desde ese punto de vista, ¿cómo se integra el poder popular a la creación del Sistema Único de Salud?

Es un asunto preliminar. No se trata de una participación tutelada, o controlada, desde el Estado o el partido. Es entender el poder popular como el poder constituyente, contrahegemónico, frente al poder constituido: el poder del Estado y el del capital. Es la auto-organización del pueblo autónomo, como lo planteó Chávez, que asume un rol propio en todos los momentos y a todos los niveles, sin relaciones de dominación. Avanzar hacia el ecosocialismo quizás sea la expresión concreta de la democracia participativa y protagónica.

Quisiera, por último, que abordáramos el tema de la seguridad social, sobre todo cuando es conceptualizado como un modelo similar al de algunos países de la llamada Comunidad Andina, que lo conciben como un eje articulador de las políticas de los Ministerios Salud. ¿Cuál es tu apreciación?

Ciertamente, ese enfoque es preocupante. Está fuera de lugar en el caso de nuestro país, que vive y construye una revolución. He escuchado a muchos compañeros chavistas defender la tesis de la seguridad social con la aspiración de otorgarle un rango de ministerio que absorba al de Salud. Eso es una locura. Sin duda es un concepto propio de las sociedades capitalistas, socialdemócratas, neoliberales y, como dicen los europeos, del «Estado de bienestar». Para nosotros la mejor seguridad social es el socialismo y no ese concepto que es un anclaje cuartorrepublicano. Lo logrado en la Revolución Bolivariana sobrepasa cualquier concepción de seguridad social. Alcanzar el socialismo significa la plena seguridad, la máxima felicidad social. Esa es nuestra lucha.

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