Apenas unos días después de la visita del presidente norteamericano Barack Obama a la Argentina (23 al 25 de marzo de 2016), el gobierno de Mauricio Macri anunció su retiro del canal multiestatal TeleSUR. Poco más tarde, confirmó que la señal dejará de emitirse en la Televisión Digital Argentina (TDA) y se eliminará su inclusión obligatoria en la grilla de los cableoperadores.
En verdad, el anuncio fue realizado por el conservador diario La Nación, que el domingo 27 de marzo publicó un artículo señalando que el ministro de Medios y Contenidos Públicos, Hernán Lombardi, había confirmado al periódico que -“tras varias semanas de análisis jurídico”- el gobierno resolvió abandonar La Nueva Televisión del Sur C.A., la compañía integrada por los gobiernos de Venezuela, Cuba, Ecuador, Bolivia, Nicaragua, Uruguay y hasta ese momento, Argentina.
Pocas horas después, el ministro publicó en su cuenta de twitter un enlace a la nota, dando por confirmada la noticia, sin ninguna comunicación oficial. De acuerdo a La Nación, “Lombardi y el secretario de Medios Públicos, Jorge Sigal, mantuvieron varias conversaciones telefónicas con la presidenta de TeleSUR, Patricia Villegas, para anticiparle la decisión”.
A continuación, el ministro comenzó un intenso raid por diferentes medios de comunicación en los que justificó la medida porque “TeleSUR nos costaba dinero y no garantizaba ningún pluralismo informativo”, señalando que se le negaba a Argentina participación en los contenidos. “No podíamos hablar de DDHH o presos políticos en Venezuela”, agregó.
TeleSUR, en cambio, emitió un comunicado donde negó estas afirmaciones: “No hubo ninguna comunicación entre el ministro Lombardi y la presidenta de nuestra cadena, por tanto no hubo ninguna discusión sobre temas editoriales ni periodísticos”, señala el texto. Por otro lado, es de público conocimiento que la situación de los derechos humanos –en Venezuela y en otros países- es un tema habitual en la agenda informativa de la señal. Claro que la mirada es diametralmente opuesta a la orientación impulsada por la política exterior estadounidense, que hoy retoma un control directo sobre Argentina.
La salida del único canal con perspectiva de integración latinoamericana se enmarca en una agresiva política de silenciamiento de las voces disidentes, en momentos en que el nuevo gobierno impulsa un programa de ajuste neoliberal, con miles de despidos, vaciamiento de áreas estratégicas del Estado y un endurecimiento de las políticas represivas.
Esto se suma al objetivo geopolítico más general, que se propone desandar los avances en el proceso de unidad continental desarrollado en lo que va del siglo XXI. TeleSUR, en poco más de 10 años de trabajo, se ha instalado como una potente voz, que expresa la realidad de los pueblos de América Latina y el Caribe, en contraste con otras grandes cadenas, afines a la estrategia de dominación política y económica de EEUU.
¿Pluralidad de voces?
En entrevista concedida a CNN en Español el martes 29 de marzo, el ministro Lombardi insistió: “Macri nos pidió que demos una enorme pluralidad de voces en medios públicos en Argentina”. Y agregó que “TeleSUR va a seguir existiendo en Argentina. Garantizamos sus operaciones en el país”, según explicó. Sin embargo, todas las acciones y omisiones del gobierno, en articulación con las empresas que dominan el mercado, van en el sentido contrario.
Entre diciembre de 2015 y enero de 2016, a muy pocos días del comienzo de su mandato, Macri anuló por decreto la legislación más debatida de la historia: la ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, que en 2009 había reemplazado al decreto ley sancionado por la última dictadura cívico militar. El proyecto, sancionado por amplia mayoría en el Congreso, fue construido a partir de los 21 puntos para democratizar la comunicación que impulsaron cientos de organizaciones y medios populares. Al debate parlamentario se llegó tras una serie de encuentros de discusión públicos, que se realizaron en todo el país y donde los diferentes colectivos y personas podían anotarse libremente para realizar sus propuestas. De hecho, la ley contiene en las notas al pie de cada artículo, la mención de los autores de las propuestas, mostrando la diversidad de aportes.
La norma fue resistida desde el principio por los medios más concentrados, en particular por el grupo Clarín, porque sus regulaciones antimonopólicas le obligaban a desprenderse de parte de sus empresas, que abarcan periódicos, señales de radio y televisión e incluso la principal cableoperadora del país, denominada Cablevisión. Como resultado de su aplicación, la empresa fue obligada legalmente a incluir la señal de TeleSUR, para garantizar pluralidad informativa, en un espectro dominado completamente por las cadenas de orientación derechista.
Iniciando el camino de la revancha, el 1° de marzo de 2016 Cablevisión eliminó a TeleSUR de su paquete básico. Y el 1° de abril, otra operadora de cable, Telecentro, también sacó de su grilla al canal latinoamericano, que hasta 2015 contaba con más de 20 millones de potenciales usuarios y efectivamente, es una referencia para un amplio sector de la población, precisamente porque es la única señal que plantea temas y abordajes diferentes. Fuera de TeleSUR y de RT, ningún canal cubre las noticias considerando la opinión de los movimientos populares, de modo que hoy el panorama informativo se encamina rápidamente a la restauración de un discurso único, repetido por casi todas las empresas privadas de comunicación.
Por esta razón, la medida fue rechazada por una gran cantidad de personas y organizaciones, entre ellas las Madres de Plaza de Mayo, el premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel y la Articulación de Movimientos Sociales hacia el ALBA. Este último espacio, que reúne a organizaciones populares de 24 países del continente, se declaró “en alerta ante esta avanzada comunicacional de los gobiernos derechistas, que quieren censurar las voces del campo popular. Gracias a TeleSUR se han podido difundir las luchas sociales y las consecuencias de las políticas de ajuste que sufre el pueblo argentino, así como las políticas injerencistas del imperialismo en toda la región”.
El conflicto planteado expresa como pocos la molestia que genera en los sectores económicamente poderosos –y en sus representantes políticos- el canal impulsado originalmente por Hugo Chávez. En momentos en que se agudiza la disputa por el territorio, asediado por las trasnacionales, la batalla de ideas adquiere cada vez mayor centralidad en el tablero geopolítico. Por esa razón, la construcción y la consolidación de herramientas comunicacionales adquieren un sentido estratégico. Esto vale tanto para el campo de la resistencia popular como para la ofensiva que articula a Europa y EEUU con los gobiernos dispuestos a perder soberanía e ingresar en una relación colonial. A cada paso de la confrontación de fuerzas materiales le corresponde, de forma simultánea y articulada, su equivalente en el plano de la construcción simbólica, ese terreno en el que TeleSUR es uno de los principales logros para los pueblos de Nuestra América.
Fuente: Revista Correo del ALBA. Nº 55, Abril de 2016
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