Aunque en el alzamiento estaban involucrados dirigentes nacionales del PCV y MIR (Guillermo García Ponce, Douglas Bravo, Eloy Torres, Germán Lairet, Simón Sáez Mérida, entre otros) la proclama leída por los militares alzados al aire a través de Radio Carúpano identificaba al «Movimiento de Recuperación Democrática» como el responsable de esa acción, que fue controlada por fuerzas militares leales a Betancourt en menos de 24 horas.
El escenario político venezolano de 1962 era ciertamente complicado para el Gobierno de Rómulo Betancourt por lo menos en el sector militar y el petrolero, por ello fue que emitió la orden de permitirle concentrarse en esos dos aspectos y que sus ministros se ocuparan de los demás. El gobierno de la democracia representativa se había hundido en la traición de los postulados que enarboló durante la lucha de resistencia contra la dictadura Perejimenista y el espíritu rebelde del 23 de enero de 1958.
La Fuerza Armada compuesta en su alta oficialidad por graduaciones del período de Medina Angarita, el Trienio Adeco de 1945-1948 y los primeros años de la dictadura de Pérez Jiménez, era quienes ocupaban altos cargos y comandos de tropas; no todos ellos comulgaban con Betancourt. Por un lado los bandos de derecha perejimenista y Acción Democrática y por el otro los cercanos al Partido Comunista de Venezuela, quien para ese año acrecentaron junto al Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) los actos conspirativos que dieron luego origen a la guerra de guerrillas.
En enero de 1962, el Gobierno de Betancourt sabía de los planes de un alzamiento militar, pero no tenían precisados a los actores de esas intensiones, así lo señala el Almirante Ricardo Sosa Ríos en su libro Mar de Leva: «El gobierno sabe que hay un movimiento por las informaciones que maneja el Ministerio de Relaciones Interiores». El titular era Carlos Andrés Pérez y Sosa Rios, Comandante General de la Marina (1962).
En una entrevista realizada por Agustín Blanco Muñoz a uno de los protagonistas del alzamiento militar El Carupanazo, Jesús Teodoro Molina Villegas, entonces capitán de corbeta, dijo que «una semana antes había sido visitado por el Almirante Sosa Ríos» por orden del Presidente Betancourt, para certificar que todo estaba en calma. En la misma entrevista Molina Villegas afirmó que «(…) tenía…a Douglas Bravo y Germán (Lairet) diciéndome que estábamos listos, que todo estaba bien (…)».
El levantamiento militar se produjo el 4 de mayo desde horas de la mañana con una unidad militar completa al mando de Molina Villegas, sin embargo y en razón de las informaciones que manejaba la inteligencia policial y militar a favor del gobierno, se produjo un contraataque conjunto de la armada, el ejército y la aviación que logró rendir a los alzados para la noche del mismo día.
Este alzamiento constituía una pieza de una serie de alzamientos planificados por oficiales conectados al PCV y MIR. El Carupanazo no resultó «ser la chispa que encendía la pradera», usando frase metafórica de García Ponce y derivó en una serie de imprecisiones conceptuales que adolecía la izquierda en ese momento, lo que le dio fuerzas al Gobierno de Acción Democrática para deslastrarse de los oficiales de izquierda o por lo menos moverlos de los puestos de mando y neutralizar la conspiración. Tanto los civiles como los militares alzados desestimaron la infiltración de la inteligencia del Gobierno de Betancourt y su capacidad de maniobra, pero además la falta de comunicación, la asertividad de tiempo y la improvisación que dio al traste con los otros alzamientos militares que fueron abortados o neutralizados ese año de 1962.
El Carupanazo fue una campanada de los militares patriotas contra las políticas entreguistas del Gobierno de Rómulo Betancourt que dio continuidad a 40 años de la doctrina Puntofijista.
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