Camilo Torres de guerrillero
Entrevista a Lorena López Guzmán y Nicolás Herrera Farfán, dos de los investigadores de la vida y obra del cura guerrillero colombiano.
Por: Modesto Emilio Guerrero
Credito: PBN
La siguiente entrevista fue realizada en Buenos Aires a dos de los investigadores de la vida y obra del cura guerrillero colombiano Camilo Torres. Lorena López Guzmán y Nicolás Herrera Farfán son dos intelectuales colombianos, están de paso por la capital de Argentina y han dedicado varios años a acopiar material original, inédito y en algunos casos sorprendente, sobre la vida y lucha de Camilo Torres. Ellos entienden a este personaje de la resistencia histórica plebeya latinoamericana, desde una nueva dimensión, donde su acto final en la batalla armada en las filas del ELN, no es más que el resultado de una historia de vida, y no, como ha quedado en la historia contada hasta ahora, un cliché, una marca casi tan comercial como la cara del Che Guevara en una botella de Coca-cola. Camilo fue mucho más que un guerrillero.
Su vida intelectual como sociólogo, su acción rebelde en el movimiento de cristianos anti aparato eclesial y sobre todo la construcción que hizo con el Frente del Pueblo, un prometedor movimiento de masas trabajadoras en la Colombia de comienzos de la década del 60, constituyen un Camilo más complejo y completo que el hombre que un día selló su destino con un fusil en la mano y pasó a ser una leyenda popular del continente proletario, una de las dulces personalidades de la resistencia anti imperialista.
El descubrimiento de los restos de Camilo Torres se debe en alguna medida a las investigaciones de Lorena y Nicolás, un hecho que hoy se ha convertido en controversial por el intento del gobierno colombiano de secuestrar los restos de Camilo y convertirlos en un trofeo político mezquino al servicio de su siniestra política «de paz» al servicio de la impunidad dentro y fuera de Colombia.
¿Por qué el presidente Santos promete en enero que entregará los restos de Camilo Torres?
Habría que mencionar primero que el 04 de enero del presente año, la comandancia guerrillera del ELN emitió un comunicado público en el que instaba al gobierno a que entregara los restos de Camilo para que se les brinde «la debida sepultura», ad portas de conmemorarse el cincuentenario de su muerte. Allí también instaban a la Iglesia Católica a que le restituyeran su carácter sacerdotal. Y en su cuenta de Twitter expresaron: «Es nuestro deseo para este 2016 lograr avances en la paz de Colombia».
12 días después (16 de enero) el presidente Juan Manuel Santos respondió al mensaje guerrillero. En San Vicente de Chucurí -localidad donde nació el ELN- anunció públicamente la búsqueda de Camilo Torres e instó a las instituciones estatales a que se comprometieran con esta tarea. El anuncio quedó enmarcado como un «gesto de paz» de parte del gobierno colombiano para acelerar la mesa de negociaciones de paz con el ELN y poder «terminar con la guerra». La verdad oficial y mediática donde se exalta el rol benevolente del Estado y su compromiso irrefrenable para alcanzar la paz y la reconciliación omite algunos «detalles» que son los que dan sentido profundo a la recuperación del cuerpo de Camilo. El pedido por el cuerpo de Camilo Torres Restrepo ha sido en realidad un reclamo histórico, iniciado por la propia madre del sacerdote.
Así mismo, por movimientos sociales, populares y eclesiales a lo largo de 50 años. En el último tiempo, ha sido el arzobispo de Cali, Monseñor Darío de Jesús Monsalve, quien asumió el pedido público en noviembre del año anterior, casi al mismo tiempo que familiares y amigos de Camilo adelantaban medidas judiciales de reclamación. En ese sentido, reducir esta situación a una negociación entre «jefes de ejércitos enemigos» vuelve a encapsular a Camilo bajo la figura de cura-guerrillero, convirtiendo su cuerpo en un trofeo de guerra y por otra parte, termina encubriendo una atrocidad como fue la de esconder un cuerpo por cincuenta años. Por tanto, la cuestión no es meramente política sino que tiene claramente una antesala judicial.
Por lo anteriormente mencionado el gobierno, además de ubicar, identificar y devolver los restos, debe explicar porqué los mantuvo ocultos, esclarecer los hechos de la muerte, y plantear un acto público de perdón a la sociedad y de reparación a la memoria de Camilo. No es suficiente con entregar los restos, si el Estado no asume con pundonor y dignidad su Responsabilidad el el ocultamiento no solo del cuerpo sino de la verdad. Esto abriría la puerta al esclarecimiento histórico de cientos de hechos criminales de agentes estatales o de brazos paraestatales aún sin resolverse o en total anonimato.
Finalmente, creemos así, que la entrega del cuerpo de Camilo debe significar una decisión política de des-estigmatizar la figura y la memoria de Camilo, y de todas las personas que lo asume como referencia ética, política, religiosa o espiritual. Entonces, entregar las restos implica devolverle la posibilidad a los ciudadanos de poder identificarse tranquilamente con él.
¿Por qué los restos estaban protegidos en un panteón militar de Colombia, quién conservó esta historia por tanto tiempo?
Funcionarios del Instituto Colombiano de Medicina Legal y Ciencias Forenses, encabezados por su director, el médico Carlos Eduardo Valdés, viajaron el pasado 25 de enero hasta la ciudad de Bucaramanga ciudad cercana a la frontera con Venezuela para extraer los restos de un osario en particular ubicado en el panteón militar de dicha ciudad.
El por qué en un panteón militar lo cuenta el mismo General Álvaro Valencia Tovar en una entrevista que le realizaran en el 2007 preguntándole sobre el paradero del cuerpo de Camilo. Lo reafirmará después y por primera vez en una entrevista audiovisual para nuestro documental «El rastro de Camilo» en donde también revela otros detalles de su motivación y su proceder. Estos restos con fecha del 14 de octubre de 1965 inauguraron el panteón militar. Una vez muerto Camilo Torres, el comandante de la V Brigada del Ejército, el entonces Coronel Álvaro Valencia Tovar, capitán combatiente en la Guerra de Corea y experto en operaciones psicológicas y campañas de Acción-Cívico Militar, como se conocía en aquellas décadas, ordenó que su cuerpo fuera enterrado en el sitio del asalto junto a los otros cinco guerrilleros que cayeron intentando recuperar su cuerpo.
Protocolo militar por demás de la época. Sin embargo, el coronel se tomó la «libertad» de enterrar a Camilo separado de los otros guerrilleros. Años después, según su propio relato, con autorización del mando político y militar, exhumó los restos, los colocó en un osario y les dio sepultura cristiana bajo un nombre ficticio («Cabo segundo Mario B. Cáceres D.») en el panteón militar de Bucaramanga. Lo único que no encajaba en su testimonio es que, en el año 2005, él había dado órdenes de que devolvieran el cuerpo del clérigo a su hermano, el prestigioso médico Fernando Torres Restrepo, quien no sólo amaba profundamente a su hermano, sino que se ubicaba en las antípodas de su decisión política. En las entrevistas de 2007 y 2011, el general dijo desconocer el destino final de los restos. ¡Claro! astutamente el General declaró cuando el hermano de Camilo ya había muerto.
Siguiendo las pistas en la entrevista periodística y documental, visitamos la tumba del panteón militar en dos ocasiones, 2011 y 2013, en compañía de un abogado, con quien constatamos que al menos en la ubicación y los datos que brindó el General (r) eran ciertos. La tumba parecía en perfecto estado, como si nunca se hubiera abierto y era distinta a las del resto del Panteón, como detenida en el tiempo, demasiado pulcra, sin ninguna señal de intervención, nunca profanada.
Lo más interesante fue que buscando la fecha de muerte del nombre que aparecía en la lápida, se halló el caso de un soldado quien se había suicidado luego de un castigo recibido por sus superiores de nombre Mariano Benito Cáceres Dueñas. Además, que el panteón estuvo muy custodiado hasta los años 70s y años después se había hecho retirar la Guardia Militar según el relato de un trabajador del cementerio. La investigación sembró más dudas que certezas y que los familiares y amigos cercanos de Camilo pidieran la exhumación de los restos de ese osario, nos llevó a la conclusión que no fuimos los únicos con esas dudas.
¿Qué explicación tiene que los restos de Camilo tengan la importancia política y simbólica de hoy?
Camilo viene a representar el desaparecido más célebre de último medio siglo de Colombia. En ese sentido, creemos también que representa el drama de miles de familias que a lo largo de la cruenta guerra en Colombia no han tenido respuesta sobre el paradero de sus familiares desaparecidos o que han sido enterrados como anónimos, sin la posibilidad de tener una tumba en la cual puedan por fin realizar un duelo.
Colombia se ha visto históricamente enfrentada a la prepotencia del poder estatal de despedazar, torturar y ocultar los cuerpos de la disidencia a familiares, amigos y compañeros; de decidir cuándo y dónde hacerlos aparecer, y en ese sentido, no es un drama que le es exclusivo a Camilo. Es el drama de millares de familias en Colombia que terminan mendigando los restos de sus familiares. Y esto aplica no sólo para las fuerzas militares, sino para las víctimas donde sus cuerpos fueron despedazados por las motosierras de los paramilitares para luego desaparecerlos en hornos crematorios, fosos de cocodrilos y ríos. Entonces, debe leerse el hecho de la posible aparición del cuerpo de Camilo Torres mucho más allá de un «gesto de paz» de las partes en cuestión: guerrilla y Estado. En el ajedrez político que comienza a mover piezas, consideramos que los sujetos -sus sufrimientos y esperanzas- deben estar al centro.
Que el cuerpo de Camilo Torres aparezca nos lleva a la pregunta inevitable: ¿dónde están los demás desaparecidos y desaparecidas de Colombia? ¿cuándo terminaremos de identificar a los muertos de las miles de fosas comunes que existen en el país (La Escombrera, el Meta)? ¿dónde están los desaparecidos del Palacio de Justicia a manos de Ejército colombiano? Preguntar por Camilo es el Derecho de saber ¿dónde están nuestros muertos? Y este es uno de los más importantes puntos a resolverse a la hora de una negociación de paz. Hacer la paz es tener la capacidad de desarrollar justicia, memoria y verdad, sin ambages ni oportunismos, ni piruetas políticas. Creemos que Camilo debe convertirse en la referencia moral de todas las familias de las víctimas del terror estatal y paramilitar, y de las acciones militares atroces adelantadas por las guerrillas.
En la fotografía que circuló por redes sociales y medios periodísticos hay una persona que llama la atención: detrás de los militares aparece un hombre bajito y circunspecto con cara de sacerdote, ¿de quién se trata?
El hombre que aparece en la fotografía es el sacerdote jesuita Javier Giraldo, uno de los investigadores de violaciones de Derechos Humanos en Colombia más comprometidos con las víctimas y sus familiares. Coordinador del Banco de Datos de DDHH del CINEP (Centro de Investigación y Educación Popular), se ha convertido quizás en uno de los referentes éticos más importantes del país Es considerado uno de los mejores conocedores del tema del aramilitarismo en Colombia y ha acompañando a los familiares de las víctimas y a pobladores de zonas azotadas por los diferentes actores armados, especialmente por el paramilitarismo. Desde su posición cristiana, ha estudiado a Camilo Torres y, en cierto sentido, se considera seguidor de sus postulados.
¿Cuáles fueron las hipótesis y pistas que se siguieron para llegar al osario de Bucaramanga?
Creemos que vienen de las contradicciones del relato del General Valencia Tovar. Familiares y amigos cercanos a Camilo debieron reconstruir ese camino. Aunque se llegaron a manejar otras hipótesis (La Habana, Bogotá, Minnesota), consideramos que ellos fueron más allá del discurso de Valencia.
Aunque la gente del común dio por cierta la versión del general, sus amigos y familiares tuvieron que encontrar las grietas que hoy se nos revelan como obvias: la tumba de Bucaramanga daba la apariencia de no haberse abierto nunca; el nombre era totalmente paradójico (un suicida); el General no debió haber entregado los restos al hermano del padre Camilo sin dejar constancia escrita; esta tarea no se podría delegar a nadie; Fernando Torres, hermano del clérigo, no conoció Bucaramanga según el testimonio de uno de nuestros personajes centrales en el documental. Además hay un descubrimiento de correspondencias y documentación importante relacionada que lo da el trabajo de archivo e investigación. Esto se evidencia con detalle en el documental.
¿Cuánto tiempo llevan investigando sobre la vida y la muerte del cura Camilo Torres?
Nuestro trabajo inició en el año 2010, como Colectivo Frente Unido, gracias a la mediación de François Houtart. Nuestro origen: tres colombianos en la diáspora, dos en Argentina y uno en Canadá, una historiadora, un psicólogo y un cineasta. Nos unía una búsqueda común: la memoria de Camilo Torres Restrepo. Nos propusimos diferentes estrategias conjuntas: una línea editorial, una exposición museográfica (con fotografías desconocidas), un archivo virtual y un documental. Todos con el mismo propósito: ayudar a divulgar a Camilo, des-fetichizarlo y permitir que pudiera dialogar con la gente del común. Queríamos ir más allá de lo dicho y de lo obvio y procuramos tratar de buscar «huellas» o «pistas» de memoria desconocidas, empolvadas u olvidadas. Buscamos siempre ir más allá de las narrativas deterministas y enquilosantes, más allá del discurso oficial de izquierdas y derechas, para de esa manera re-descubrir a un Camilo más terrenal, cercano, humano y no el Camilo fetichizado, estignatizado, mitificado y condenado.
En estos cinco años y medio, hemos descubierto archivos, objetos y personas cercanas a Camilo realmente asombrosas, de la mano y del testimonio de ellos hemos podido saber detalles y secretos de Camilo que matizan, dan colorido o corren el velo instalado alrededor de él. Ha sido una experiencia y un aprendizaje, que no cabe en una entrevista ni en un aula de clases, ni mucho menos en los tiempos de la academia institucional. Creo que mucho de lo que pudimos hacer y lograr es resultado de investigar de una u otra manera desde los márgenes. Y es que, viéndolo bien la búsqueda por Camilo se ha hecho desde la diáspora.
A lo largo de estos 5 años nos tomamos bastante en serio que para desclandestinizar la memoria de Camilo había que irse largas horas a los archivos, incluso había que endeudarse para estar en lugares donde sabíamos que nadie más había estado o que no tenía conocimiento del mismo. O la paradoja de encontrar archivos de Camilo en reconocidas bibliotecas y archivos que poco o nadie visitaba según el testimonio de los directores de dichos centros. En ellos hemos encontrado materiales asombrosos y novedosos que en estos años hemos intentado sistematizar y divulgar. Ha sido un proceso intenso de Investigación-Acción Participativa. Y parte de este proceso de investigación de memoria, se halla en el documental. Actualmente nos encontramos en un cierre de un período de la investigación. Por eso saldrán junto al documental otros materiales: en Colombia por ejemplo saldrá un libro de fotografías sobre Camilo, la primera foto-biografía, que construye, a partir del documento fotográfico, otra narrativa y otra mirada sobre él. En Cuba preparamos un volumen de correspondencias inéditas. Y en Argentina publicaremos una antología de sus escritos (teológicos) políticos.
Estos cinco años nos permite concluir que existe suficiente material que puede permitir la aproximación a Camilo desde una mirada muy superadora del monismo de cura-guerrillero. En eso que no se dice, se desprecia, se infantiliza, se anecdotiza, o que no se estudia ni se husmea está la potencia de su radicalidad creadora.
¿Qué creen que seguirá de esta historia?
Los pasos que siguen ahora son muy claros. Una vez exhumados esos restos deben adelantarse los cotejos de ADN con algún familiar directo. Podrían ser los restos mortales de su madre, fallecida en La Habana (Cuba) y enterrada en el Cementerio católico, a mediados de la década de 1970. Si este fuera el camino, entonces sigue que el gobierno colombiano eleve la petición al gobierno cubano para que se autorice la exhumación y la extracción de muestras. Este procedimiento diplomático y científico puede tardar varias semanas, e incluso meses.
Ahora bien, surgirán siempre dos posibilidades. Si los resultados son afirmativos, es decir, si se comprueba que los restos hallados en Bucaramanga corresponden con el cuerpo de Camilo Torres Restrepo, entonces habrá que pensar en otras cosas que hasta ahora se dejan de lado: (1) ¿Cuál va a ser el acto de desagravio y reparación histórica de parte del gobierno colombiano? Es decir, entendiendo que no es un «gesto de buena voluntad» simplemente, sino una verificación empírica de la violencia simbólica del Estado que no sólo decidió matar a Camilo Torres sino «secuestrar» su cuerpo por cinco décadas. (2)
¿A quién se entregarán sus restos mortales?
En Colombia, Camilo es un símbolo popular y a la vez, tiene amigos y familiares que adelantaron estas búsquedas y acciones judiciales, y también querrán opinar y considerar el mejor lugar. (3) ¿En qué lugar reposarán definitivamente sus restos mortales? En nuestro caso, aunque muchos se inclinen por enterrarlo en la capilla de la Universidad Nacional en Bogotá, nosotros consideramos que debería construirse un memorial, financiado por el Estado, en el cual reposen los restos de Camilo junto a su madre, y también, junto a los otros guerrilleros que cayeron en la misma operación. Porque de ellos nadie habla.
Pase lo que pase, consideramos, eso sí, que la cruz de luz de Camilo, como lo canta Daniel Viglietti, seguirá iluminando los caminos y las conciencias de hombres y mujeres para seguir luchando y construyendo el mundo donde quepan todos los mundos, y transformar eficazmente al decir de Camilo, las estructuras que hoy siguen oprimiendo y condenando a millones de personas al hambre, al desempleo, a tener una vida indigna.
Finalmente, Lorena y Nicolás… ¿qué definición harían de Camilo a medio siglo de su asesinato?
Camilo fue un sacerdote católico, sociólogo y político revolucionario colombiano, nació el 03 de Febrero de 1929 y murió el 15 de febrero de 1966 en un combate entre la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN) y unidades del ejército colombiano.
Pertenecía a la clase alta y culta bogotana. Como sacerdote interpretó de una manera radical el Evangelio y entró en contacto con la realidad del pueblo oprimido, por medio de herramientas sociológicas de análisis de la realidad (entre ellas el marxismo), con el tiempo se radicalizó políticamente hasta hacerse guerrillero. Su compromiso político estaba inspirado en la realización del «Amor eficaz», una categoría ético-política que propendía hacia estructuras socialistas de la organización del Estado. Camilo se convirtió en un referente para el compromiso revolucionario de millares de cristianos en el mundo. Aunque desarrolló novedosas prácticas y reflexiones teológicas, sociológicas y políticas, la figura de Camilo Torres se ha anquilosado en la de «cura-guerrillero».
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